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EL CAFÉ EN EL CARIBE

El primer lugar del Caribe en el que aparece el café es en Jamaica hacia el año 1728 y de la mano de Nicolas Laws, quien poco después fue secundado por algunos colonos y comerciantes.

Los cafetos de Jamaica procedían de la Isla Martinica, que como hemos visto en la historia anterior es la primera isla del continente americano en cultivar café.

Gracias a las condiciones de Jamaica, los cafetos se desarrollan bien gracias al suelo fértil de las cadenas montañosas “Blue Mountain”.

Puerto Rico es la siguiente de las islas del Caribe que contó con la presencia del café cuando en 1736 gobernantes españoles se fijaron en las buenas condiciones de la isla para el cultivo del café.

El cultivo comenzó a ser todo un éxito en la isla, que llegó a ser el cuarto exportador de café de las Américas.

El café en Puerto Rico tuvo un gran impacto tanto en la cultura, historia, economía y agricultura de los países. La introducción del cultivo de café promovió el desplazamiento de los agricultores y una parte de la población a las áreas montañosas de la isla, donde se sembraba café. Aunque el café empezó a sembrarse en mayor medida hacia el 1755, fue a partir de 1788 cuando se convirtió en el principal producto de exportación de la isla.

En Trinidad no ha podido establecerse la fecha exacta en la que comenzó a cultivarse café, pero en 1779 ya existían unos 130 cafetales que producían unas 10.000 arrobas de grano.

José Antonio Gelabert, contador mayor de cuentas de Cuba llevó las primeras semillas a Cuba en 1748. De esta manera, fomentó la creación del primer cafetal de la isla en la Finca de su propiedad llamada La Aurora, en La Habana.

Aún así, el verdadero auge del café se sitúa en la década de los años 90, ya que había estallado una revuelta de esclavos en Haití y las plantaciones fueron arrasadas. Debido a esta situación algunos colonos colones franceses tuvieron que emigrar a Cuba en 1791. Estos colonos, conocedores de las plantaciones, encontraron terrenos excelentes y una condiciones climáticas propicias para el cultivo del café, siempre en las zonas montañosas.

Así, se crearon las primeras hacienda cafeteras cubanas, que en poco tiempo se convirtieron en poderosos centros productores de café. Gracias a este crecimiento, Cuba llego a ser el primer exportador mundial a inicios del siglo XIX.


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